Artículo publicado en el número 24 de la Revista Literaria Visor, especializada en los distintos aspectos del relato corto y el cuento en español, en agosto de 2022.
La mujer siempre ha ocupado un lugar destacado como protagonista de las grandes obras literarias de nuestra historia. Son incontables los nombres de personajes femeninos que han logrado incrustarse en lo más hondo del imaginario cultural de las mismas sociedades que les dieron vida. Es más, fue tal la repercusión de sus aventuras que muchas de ellas traspasaron las páginas de los libros para trasladarse al mundo real en forma de estereotipos y modelos de conducta. Pero es que esos personajes fueron, en su totalidad, concebidos por hombres en culturas de raíces fuertemente patriarcales. Un buen ejemplo de ello lo encontramos en el contexto de la Grecia Clásica, donde figuras literarias tan inolvidables como Electra o Lisístrata llegaron a configurar sólidos arquetipos femeninos que serían perpetuados en el tiempo por el resto de culturas herederas de la griega, dando lugar a un imaginario femenino construido desde una tiránica óptica masculina que trascendería a lo largo de los siglos.